San Eduardo el Confesor (1003-1066) fue un príncipe nacido de los reyes de Inglaterra. Cuando los daneses tomaron el control del país en 1016, su familia fue desterrada. Eduardo pasó gran parte de su vida en el exilio, probablemente en Normandía. Testigo de la locura de la ambición mundana, se sintió atraído por la vida de la Iglesia y creció en piedad. Cuando se presentó la oportunidad, se le convenció de que reclamara el trono de Inglaterra, lo que hizo en 1042 como uno de los últimos reyes anglosajones. Fue apoyado en su gobierno por el pueblo inglés y se ganó la reputación de rey justo y comprometido con el bienestar de sus súbditos. Frustró invasiones, acabó con los impuestos injustos y fue profundamente generoso con los pobres. Su reinado estuvo marcado por una época de paz y prosperidad. Se casó con una bella mujer para satisfacer las necesidades del público, pero como ya había hecho voto de castidad, obtuvo el consentimiento de su esposa para vivir juntos como hermano y hermana. Fue enterrado en la abadía de Westminster, que él mismo construyó, y tras su muerte se atribuyeron muchos milagros a su intercesión. Esto condujo a su canonización en 1161, y en 1163 su cuerpo fue trasladado a una nueva tumba presidida por Santo Tomás Becket, arzobispo de Canterbury, y fue hallado incorrupto. Se le llamó "El Confesor" para distinguirlo de San Eduardo Mártir. San Eduardo Confesor está enterrado detrás del altar mayor de la Abadía de Westminster. Es el patrón de los reyes, de los matrimonios difíciles, de los cónyuges separados y de la familia real inglesa. Se celebra el 13 de octubre.^th.